EL TAROT ASTRONÓMICO
Astronomía egipcia — Las cuatro estaciones — Los
doce meses — Los treinta y seis decanatos — Los planetas — Relaciones absolutas
con el Tarot — El Juego de Tarot (sus orígenes, sus alegorías) — Figura
conteniendo las aplicaciones del Tarot a la astronomía — Clave de los trabajos
astrológicos de Christian — Adaptación del arqueómetro de Saint-Yves D'Alveydre
— El Tarot astronómico de Court de Gébelin.
EL TAROT ASTRONÓMICO
Con el fin
de mostrar la exactitud de los principios en que descansa la construcción del
Tarot, tomaremos como ejemplo de su primera aplicación la propia constitución
del Universo, según las enseñanzas de la astronomía.
Sabemos que
los egipcios dividían el año en cuatro estaciones, de tres meses cada una. Cada
mes se hallaba compuesto por tres decanatos o períodos de diez días, lo que da
360 días para el año. Para completarlo anadían un período de 5 días o (Epacta)
situado después de los 30° de Leo (agosto). Debemos hallar pues en nuestro
Tarot:
1° Las cuatro estaciones;
29
Los doce meses, mejor dicho, los doce signos del zodíaco;
39
Los 36 decanatos.
Además cada
mes, o también, cada signo está regido por un planeta como asimismo por cada
decanato.
1° Las cuatro estaciones
Las cuatro
figuras del Tarot corresponden perfectamente a las cuatro estaciones. Así, considerando
a la lámina 21 como el origen de todas sus aplicaciones, observaremos que las
cuatro figuras de las esquinas representan los cuatro colores del Tarot, y, en
nuestro caso, las cuatro estaciones del año.
La
parte elíptica situada entre las figuras y el centro corresponde al zodíaco
con sus divisiones respectivas. Por último, el centro mismo corresponde a los
planetas que influencian todo el sistema.
2° Los doce signos del zodíaco
Cada color
representa una estación, cada estación se compone de tres meses, en
consecuencia ¿cómo se hallarán representados los meses en los colores...? Los
meses estarán representados por las figuras y las correspondencias se
establecen del modo siguiente:
REY 1° mes o mes activo de la
estación. Mes creador, iod.
DAMA 2° mes o mes pasivo de la estación.
Mes conservador, hé.
CABALLO 3° mes o mes realizador, equilibrante de la
estación, vau.
VALET Transición
del tercer decanato de la serie actual al primer decanato de la serie
siguiente.
Hallamos
entonces 12 figuras correspondientes a los 12 signos del zodíaco, a saber:
Rey de bastos Aries
BASTOS Dama Taurus
PRIMAVERA
Caballero
Géminis
Valet Transición Epacta
Rey Cáncer
COPAS Dama Leo
VERANO
Caballero Virgo
Valet Transición Epacta
Rey Libra
ESPADAS Dama Scorpius
OTOÑO
Caballero Sagitario
Valet Transición Epacta
Rey Capricornio
OROS Dama Acuario INVIERNO
Caballero
Piscis
Valet Transición Epacta
3° Los 36 decanatos
Cada
estación se divide en tres meses; pero cada mes se divide en tres decanatos o
períodos de 10 días. Para determinar cuáles son las láminas del Tarot que
corresponden a estas nuevas divisiones, bastará con que recordemos las
relaciones que existen entre las figuras y los números de los arcanos menores.
Si elegimos, por ejemplo, el rey, sabremos que esta figura gobierna las
láminas: As, 2 y 3, además del primer ternario. Tendremos entonces las
relaciones siguientes: rey de Bastos, signo zodiacal Aries.
AS 1° Decanato o decanato activo
del mes. Decanato creador, iod.
DOS 2° Decanato o decanato pasivo del
mes. Decanato formador,
conservador, hé.
TRES 3° Decanato o decanato
equilibrante, vau.
CUATRO Transición
del tercer decanato de la serie actual al primer decanato de la serie
siguiente.
(Relaciones de los 12 signos con los órganos del
cuerpo)
Supuesto que
cada decanato gobierna 10° del zodíaco y representa una cierta fracción del
mes, cada uno de los arcanos menores —representando a su vez un decanato—
gobernará una cierta fracción del año:
As de Bastos 21 a 30 de marzo
3 de Bastos
31 de marzo a 9 de abril
2 de Bastos
10 a 19 de abril, etc.
Para
conocer los días que corresponden a cada decanato se consultará la tabla
dispuesta al comienzo de este capítulo. Esta es la base del Tarot astrológico
que permite disponer las láminas para el horóscopo: mas como esta particular
aplicación nos apartaría del aspecto puramente científico que nos hemos
propuesto seguir, no insistiremos sobre el particular.
Resumiendo:
el Tarot astronómico está representado por los arcanos menores los cuales
determinan el campo en que actuarán los planetas que nos falta considerar.
DE LOS PLANETAS
En esta
exposición del Tarot, los arcanos mayores se hallan representados por el
septenario planetario, el cual obra sobre los tres mundos (3 X 7=21).
Cada signo
zodiacal y cada decanato se hallan gobernados por un planeta. Las relaciones de
los planetas con los signos se hallan indicados en el cuadro de la página
anterior. Este cuadro permite descifrar los trabajos de Cristian (Historia de
la Magia) y los de Ely Star (Los Misterios del Horóscopo) sobre la astrología.
También indican las correspondencias astronómicas del Tarot. Veamos su
construcción:
Las cuatro
figuras del arcano 21 representan las cuatro estaciones del año y los cuatro
colores del Tarot. El centro de la lámina corresponde a los siete planetas.
Entre ambos se desenvuelve la elipse del zodíaco, clave de las influencias de
los arcanos mayores (planetas) sobre los arcanos menores (decanatos). Como vemos,
este cuadro es no solamente un sistema de interpretación del Tarot, sino
también una verdadera clave del mismo.
Para
demostrar la correspondencia entre nuestras propias deducciones y las dadas
por los bohemios, transcribimos a continuación un extracto publicado por
Vaillant (Historia de los Bohemios).
ENSEÑANZAS DE LOS
BOHEMIOS SOBRE EL TAROT ASTRONÓMICO
La carta 21,
intitulada el mundo o el tiempo es, en efecto, el tiempo del santuario y el
santuario del tiempo. Representa una corona de flores dispuesta en óvalo y
dividida en cuatro partes mediante igual número de flores de loto, sostenida
por las cuatro cabezas simbólicas que San Juan copió de Ezequiel y éste de los
querubines y serafines de Asiria y Egipto. La cabeza del águila es el símbolo
del Oriente, de la mañana, del equinoccio de primavera, etc.; la del león, el
símbolo del mediodía y del solsticio de verano; la del buey, el símbolo de la
noche, del Occidente y del equinoccio de otoño; por último, la del hombre es el
símbolo de la noche, del septentrión y del solsticio de invierno.
En el medio
de esta corona, que representa el huevo del mundo y también el mar, el océano,
el arca, etc., se halla una mujer desnuda, esta mujer es la Eva de las
escrituras. Tiene un pie levantado, símbolo del tiempo que pasa. En su mano
aprisiona dos bastones, que simbolizan: la balanza, el equilibrio del tiempo,
la justicia de los hombres, la equivalencia de los días y de las noches, la
igualdad del hombre y de la mujer, etcétera.
Esta EVA es
la gran madre (Ava o Ebe) que vierte a los astros (los dioses-hombres del
cielo) y a los hombres (los astros-dioses de la tierra) el néctar y la ambrosía
de la inmortalidad, la sombra y la justicia. Y, en efecto, el nombre de KUDAS
dado por los cretenses a EBE, es la justicia (Saduk) qué se traduce en MELCHI
(Sedek) "como el espíritu del señor" y de este "espíritu (Eon)
del sol": la justicia del tiempo, de los astros y de la vida humana. En
fin. NOÉ luz de la eternidad (Aon).
Desde muy
antiguo se ha utilizado este símbolo para personificar a la naturaleza y
también para expresar la síntesis de los segmentos del círculo y la alianza de
los arcos de la esfera, origen del arco de la alianza de los hebreos. Ha
servido igualmente para simbolizar la transformación de una antigua moneda
cretense, que había tomado esta "arca" (alianza de los arcos del
cielo) como el "principio de la que representa el espíritu (Eon) de la
eternidad (Aon) de los siglos (Aion) fue la praeco-justiciae, revelador de la
justicia.
El Tarot es
una interpretación del libro sideral de Enoc, que es Henochia; está construido
sobre el modelo de la rueda astral de ATHOR, que es AS-TAROTH, semejante al
OT-TARA hindú, osa polar o ARC-TURA del septentrión; es la fuerza mayor (tarie)
sobre la que se apoya la solidez (ferrale) del mundo y el firmamento sideral de
la tierra; en consecuencia, así como la osa polar llegó a ser el carro del sol,
el carruaje de David y de ARTHUR, es también, la hora (tuche) de los griegos,
el destino (tiko) de los chinos, el azar (tiki) de los egipcios, la suerte
(tika) de los romes; y que girando incesantemente alrededor de la osa polar,
los astros desarrollan sobre la tierra el fasto y lo nefasto, la luz y la
sombra, el calor y el frío de lo cual deriva el bien y el mal, el amor y el
odio, que hacen la felicidad (ev-tuche) y la desgracia (dis-tuchie) de los
humanos.
En efecto,
SEPHORA es un armónico de esa tríada (s.f.r ) cuya uniüad, la esfera (Spheri)
del mundo, se traduce mediante la luz (Sapher), la cifra (Sipher) y la palabra
(Sephora) de los hebreos. ror esto se dice de esta esfera,
CUYA LUZ ES LA VERDAD,
el zodíaco
el libro que la encierra, y las estrellas los guarismos y letras que la
nombran; se dice, repetimos, que los ANAKS han obtenido su TARA, los bohemios
su TAROT, los fenicios su AS-THAROT, los egipcios su ATHOR y los hebreos su
THORAH.
DEL JUEGO DEL TAROT
Donde se
trata de su origen, se explican sus alegorías y se demuestra que constituyen
la fuente de nuestros actuales juegos de naipes, etcétera.
COURT DE GÉBELIN
SORPRESA QUE
CAUSARÍA EL HALLAZGO DE UN LIBRO EGIPCIO
Si se nos
dijera que existe en nuestros días una obra del antiguo Egipto, un libro que se
salvó del incendio que redujo a cenizas sus magníficas bibliotecas y en el que
se trata de las más puras doctrinas, referentes a ciertos asuntos muy
importantes, es seguro que una gran mayoría se apresuraría en conocer un libro
tan extraordinario y precioso. Si a esto añadimos que el tal libro se ha
divulgado en una gran parte de Europa y que desde hace siglos está al alcance
de todo el mundo, la sorpresa sería todavía mayor; pero llegaría a su colmo si
afirmáramos que jamás se sospechó de su origen egipcio, que le tenemos muchas
veces entre las manos sin saberlo, que nadie se ha preocupado en descifrar una
sola de sus hojas, y que el fruto de tan elevada sabiduría es considerado como
un conjunto de figuras extravagantes sin mérito alguno. ¿No se diría que
deseamos divertirnos a costa de nuestros lectores?
PUES BIEN, ESE LIBRO
EXISTE
Lo
repetimos, ese libro egipcio, único vestigio de sus soberbias bibliotecas,
existe; y es tan común que ningún sabio se ha dignado ocuparse de él. Antes de
nosotros nadie sospechó su ilustre origen. Este libro está compuesto por 77
páginas y también por 78, dividido en cinco clases, cada una de las cuales
ofrece aspectos tan variados cuanto instructivos y entretenidos. Digámoslo de
una vez: este libro es el TAROT. Juego desconocido en París, es verdad, pero en
cambio muy conocido en Italia, Alemania y hasta en la Provenza, y, tan original
por el aspecto de las figuras, como por la variedad y multiplicidad de las
mismas.
A pesar de
su extraordinaria difusión, nada se sabía de sus extrañas figuras, y su
origen, que se pierde en la noche de los tiempos, es tal que se ignoraba cuándo
y en qué lugar se lo había inventado ni los motivos en virtud de los cuales se
había reunido un conjunto de figuras tan extrañas, y al parecer sin ilación, de
tal modo que ninguna persona había logrado resolver el enigma que encerraba.
Por otra
parte este juego ha llamado tan poco la atención, que ningún sabio se ha
dignado mencionarlo en los estudios que se han realizado sobre las cartas. Tan
sólo nos han citado las cartas francesas, usadas en París, y cuyo origen es
relativamente moderno —con lo que se han dado por satisfechos—. Generalmente se
confunde el origen de un conocimiento con el país que nos lo reveló por vez
primera. Es precisamente lo que hicimos notar al hablar de la brújula: los
griegos y los romanos nos han transmitido por igual las características de este
instrumento, motivo que confunde la pureza de su origen.
Mas la
forma, la disposición y el arreglo de este juego —como así también el aspecto
simbólico de sus figuras— se corresponden de tal manera con las doctrinas
civiles, filosóficas y religiosas de los antiguos egipcios, que no podemos
evitar de reconocerlo como la obra maestra de ese pueblo de sabios. Únicamente
ellos pudieron ser los autores de ese juego, digno rival del juego de ajedrez,
inventado por los hindúes.
DIVISIÓN
Mostraremos las
alegorías contenidas en las cartas de este juego, las fórmulas numéricas que lo
componen, de qué modo ha llegado hasta nosotros, sus relaciones con un
monumento chino, cómo dieron origen a las cartas españolas y las relaciones de
estas últimas con las francesas.
Daremos
también, a continuación de este ensayo, sus aplicaciones a las artes
adivinatorias —lo que debemos a las gentiles indicaciones de un oficial,
gobernador de la Provenza— el cual ha descubierto en este juego —con una
sagacidad que le honra— los principios aplicados por los egipcios en el arte
de la adivinación. Estos principios son los que distinguieron las primitivas
bandas de este pueblo, impropiamente llamado Bohemio, que se diseminaron por
toda Europa y cuyos vestigios se hallan en nuestros actuales juegos de cartas,
si bien muy pobres en figuras y, en consecuencia, bastante aburridos.
En cambio,
el juego egipcio brilla por lo apasionante de sus láminas que abarcan todo el
Universo y las etapas múltiples de la vida humana de ese pueblo único y sabio,
que trasuntaba en cada una de sus obras el sello de la inmortalidad y en el
cual, todos los pueblos del mundo, se han inspirado.
ARTÍCULO I
ALEGORÍAS QUE OFRECEN LAS LÁMINAS DEL TAROT
Si este
juego, que ha permanecido mudo para todos los que le conocen, se ha revelado a
nuestros ojos, no ha sido como resultado de una profunda meditación ni del
deseo de poner orden en su caos aparente, sino simplemente por obra del azar.
Invitados hace algunos años, para visitar a la esposa de un amigo nuestro, que
acababa de llegar de Alemania o de Suiza, la hallamos empeñada en una partida
de naipes.
—Jugamos a un juego que
seguramente usted no debe conocer.
—Es posible. ¿De cuál se trata?
—Del juego del Tarot.
—Tuve ocasión de verlo jugar
cuando era muy joven, pero no tengo la más mínima idea de su contenido.
—Es una rapsodia de figuras a
cual más extraña y original. Por ejemplo, observe ésta.
Se tuvo
cuidado en elegir una de las más extraordinarias y sin relación aparente con el
título que ostentaba: El mundo. La miro y de inmediato reconozco la alegoría.
Los jugadores interrumpen la partida y se apresuran a mostrarme quien una
carta, quien otra. En un cuarto de hora el juego fue estudiado, explicado y
declarado egipciano. Pronto nos convencimos que no éramos victimas de nuestra
imaginación. Nuestro conocimiento de la civilización egipcia nos aseguraba
haber hallado un libro de muy antiguo linaje, escapado quien sabe cómo de la
barbarie de los invasores, de los incendios accidentales, del tiempo y de la
ignorancia, mucho más desastrosa todavía.
El aspecto
ligero y frívolo de este libro es, sin duda alguna, lo que lo ha preservado de
la destrucción, permitiendo que llegue a nuestras manos en toda su pureza
original. Como es natural, ignorantes del valor de su contenido, nadie se
preocupó de mutilarlo.
Pero era ya
tiempo de redescubrir el sentido alegórico de su contenido, destinado a mostrar
al mundo la pujanza de la sabiduría antigua que supo cifrar en un simple juego
de cartas las más altas enseñanzas de su civilización.
Como ya
dijimos, el Tarot está compuesto de 77 cartas (algunas veces de 78) dividido en
cuatro colores o palos. A fin de que nuestros lectores puedan seguir nuestra
explicación con toda comodidad, hemos hecho grabar los triunfos y los cuatro
ases, correspondientes a cada color, o palo, llamados por los españoles.
Espadas, Bastos, Copas y Oros.
Los colores
En páginas
anteriores se hallan dibujados los cuatro ases. A, representa el as de
Espadas, adornado con una corona entrelazada por dos palmas; C, el as de Copas,
con la apariencia de un castillo, tal como los que figuran cincelados en muchas
copas antiguas; D, el as de Bastos, de apariencia pesada y rígida; B, el as de
Oros, rodeado de guirnaldas. "
Cada
color se compone de 14 cartas: diez cartas se hallan -numeradas del 1 hasta el
10 inclusive y las cuatro restantes no llevan número, y son: el rey, la reina,
el caballero y el escudero o valet.
Los colores
corresponden a las cuatro clases sociales en que se hallaba dividida la nación
egipcia. Las ESPADAS corresponden a
la clase soberana: la nobleza; las COPAS al sacerdocio; los BASTOS a
la maza de Hércules y la agricultura;
los OROS al comercio, cuyo emblema es el dinero.
Este juego
está basado en el número septenario
Siete, el
número sagrado por excelencia, es la base fundamental de este juego. Cada color
está compuesto de dos septenarios. Los triunfos suman en total tres
septenarios. El total de cartas es igual a 78 (77 cartas numeradas y una que
lleva por número el cero y a la que se conoce con el nombre de El Loco). Ahora
bien, todo el mundo sabe que el siete era el número clave y sagrado, al cual
referían los egipcios los elementos de todas las ciencias que conocían. El
fúnebre aspecto de la carta 13 nos demuestra, mejor dicho, nos confirma el
origen egipcio de la misma.
Por otra
parte este juego tiene que ser necesariamente de origen egipcio, puesto que
está basado en el número 7; que corresponde a las cuatro clases en que se
hallaban subdivididos sus habitantes; que el mayor de los triunfos traduce
algunas características de aquel país, por ejemplo: los dos supremos
Hierofantes —hombre y mujer respectivamente—, Isis, Tifón, Osiris, la Casa de
Dios, el Mundo, los Canes —correspondientes a los trópicos—, etcétera.
Inventado
por un hombre de genio, antes o después del juego de ajedrez, y reuniendo en sí
lo útil a lo agradable, ha llegado hasta nosotros desde el fondo mismo de los
siglos. Último sobreviviente de la cultura y del saber de un magno imperio, ha
servido de entretenimiento a casi todas las civilizaciones, sin que el
profundo simbolismo de sus láminas haya sido jamás develado.
Tratemos de
investigar por cuáles rutas misteriosas este juego admirable ha llegado hasta
nosotros. En los primeros siglos de la iglesia cristiana, los egipcios gozaban
de gran prestigio en Roma; sus ceremonias y el culto de Isis eran muy
conocidos, es por lo tanto lógico que lo fuera también el juego que nos ocupa.
Por mucho
tiempo, este juego quedó circunscripto a la península itálica. Más tarde, cuando
la alianza entre Italia y Alemania, fue divulgado en este último país. El pacto
entre Italia y el condado de Provenza, como asimismo el asiento de la Corte de
Roma en Avignon, permitió que fuera conocido también en la Provenza y en
Avignon. Y si se detuvo a las puertas de París, ello fue debido a la
superficialidad de las damas francesas, que no lograron simpatizar con el
aspecto algo tosco y extravagante del juego.
Sin embargo,
el Egipto no ha logrado alcanzar los frutos de su ingenio. Reducido al más
deplorable de los servilismos, a la más profunda ignorancia; privados de todas
sus artes, sus habitantes no serían capaces de fabricar una sola carta del
Tarot.
Si las
cartas francesas, mucho menos complicadas, requieren el trabajo asiduo de una
gran cantidad de personas y el concurso de artes muy diversas, ¿cómo habría
podido ese pueblo desafortunado conservar las suyas?
Nombres orientales
conservados en este juego
Los nombres
conservados en este juego prueban también su origen oriental, por ejemplo:
Tarot, Mat (loco) y Pagad.
1. TAROT
El nombre de
este juego es egipcio; se halla compuesto del vocablo TAR, que quiere decir
vía, camino; y de Ro, ROS, Rog, que significa REY, REAL; es pues, equivalente a
camino real de la vida, Y, en efecto, se relaciona con la vida de los
ciudadanos, puesto que representa las distintas clases en que aquellos se
dividían. Además el Tarot contiene todos los acontecimientos que pueden
transcurrir en la vida de cada uno de los componentes de esas clases,
señalándoles los guías físicos y morales que gobiernan sus destinos: el rey, la
reina, el sacerdote, el sol, la luna, etcétera.
Les enseña
también por medio del jugador de cubiletes y la rueda de la fortuna, que el
hombre debe escudarse en la virtud para sortear las transiciones del destino.
2. MAT
Mat es la
palabra oriental, sinónimo de asesinado, herido, partido, etc.; en el idioma
italiano quiere decir loco. Es curioso que al loco se le suela llamar cabeza
partida.
3. PAGAD
Se llama
(Pagad) al jugador de cubilete. Esta palabra, desconocida en las lenguas
occidentales, es también de origen oriental. Pag, quiere decir jefe, maestro,
señor; y Gad, equivale a fortuna. Es por esto que el jugador de cubilete
ostenta en su mano la varita de Jacob o la verga de los magos, que lo hacen
dueño del destino.
LIBRO DE THOT
El deseo de
aprender se desarrolla en el corazón del hombre a medida que su espíritu
atesora nuevos conocimientos; la necesidad de conservarlos y la ambición de
transmitirlos exigió la creación de un alfabeto característico. La paternidad
de este alfabeto es atribuida generalmente a Thot, conocido también con el
nombre de Mercurio. Las letras de este alfabeto no eran, como los nuestros,
meros signos convencionales para la estructuración de las palabras sino que se
trataba de un sistema de imágenes, mediante el arreglo de las cuales se
exponían las ideas y conceptos más profundos.
Es lógico
suponer que el creador de estas imágenes debió ser también el primer
historiador conocido. En efecto, se dice que Thot pintó a los dioses, esto es,
que describió las obras de la creación o potencia suprema, a la que añadió
algunos conceptos morales. Parece ser que este libro fue llamado AS-TAROSH; de
A, doctrina, ciencia y de ROSCH: Mercurio; todo lo cual y junto al artículo (T)
quiere decir: cuadro de la doctrina de Mercurio. Mas como ROSCH quiere decir
también comienzo, el nombre TA-ROSCH, fue consagrado especialmente a la
Cosmogonía; así también como la ETHOTIA: Historia de los Tiempos, fue el título
que dieron a la Astronomía. Y puede ser que ATHOTES —que se define como el rey,
hijo de Thot—, no sea otra cosa que el hijo de su genio y la historia de los
reyes del Egipto[2].
Esta vieja
cosmogonía, ese libro de TA-ROSH, ligeramente alterado, parece haber llegado
hasta nosotros a través de las cartas que hoy conocemos por el mismo nombre, ya
sea que la concupiscencia lo haya conservado para engañar el ocio o que la
superstición lo haya preservado de las injurias del tiempo, los misteriosos
símbolos que servían, como a los magos de antaño, a engañar la credulidad de
las gentes.
Los árabes
transmitieron este libro a los juegos de los españoles y los soldados de Carlos
V lo llevaron a Alemania. Estaba compuesto de tres series superiores,
representación de los tres primeros siglos: el de oro, el de plata y el de
bronce, estando cada uno compuesto de siete cartas.
Como la
escritura egipcia se leía de izquierda a derecha, la carta 21 que ha sido
numerada con cifras modernas, es precisamente la primera y debe tenerse en
cuenta para la debida interpretación de la historia; es también la primera
carta del juego de Tarot y del método de adivinación para lo cual servían estas
antiguas imágenes.
En
fin, hay todavía una carta, la 22, sin número ni potencia, pero que aumenta el
valor de las que le preceden, es el cero de los cálculos mágicos, se la conoce
con el nombre de La Locura.
Correspondencias del alfabeto hebreo (Tarot) con
el jeroglífico de Pasas.
A la memoria
del H. BERTRAND, VEN
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